preparando cafeteras para que tomes conmigo un almuerzo distinguido

El desayuno es la comida más importante del día. O eso es lo que dicen todos los endocrinos del mundo.






No soy mucho de desayunar. Bueno, no es cierto, lo que sucede es que voy ralentizada y priorizo unos minutitos más en la cama a ponerme a exprimir naranjas. Sobretodo entre semana.

Pero lo cierto es que es estupendo levantarse un domingo después de haber estado haciendo la croqueta en la cama un buen rato y comerse unas tostadas tipo 'pà amb tomàquet' (del rallado, nunca untado) regadas con un enorme zumaco de naranja. Y si es en el tejado mejor. Porque lo de que te lleven el desayuno a la cama está bien si coincide con que vas a cambiar las sábanas, pero si no es así prepárate para despertarte con migajas variadas incrustadas en el muslamen el resto de la semana.


Pero si hace buen día, te sientas cual funambulista en el tejado (a falta de terraza...), ves como los vecinos tienden la ropa y de paso impresionas un poco al personal.